Bienvenidos a Spa, donde se escucha música a lo lejos. Oímos las melodías de DI-RECT, ‘Times are changing’, cantan los amigos músicos de La Haya. Qué apropiado.
Hubo un tiempo, no hace mucho, en el que como periodista de Fórmula 1 hablabas con Max Verstappen durante el Gran Premio de Bélgica sobre el reemplazo deliberado de piezas por las que aceptaba una penalización en la parrilla de salida en Spa. Porque, según el razonamiento, era tan rápido en el Red Bull que de todos modos podría ganar. Y así sucedió, desde la subcima o incluso el medio de la tabla.
También hubo un tiempo, no hace mucho, en el que como periodista de Fórmula 1 en Spa, a menudo a mitad de temporada, ni siquiera necesitabas saber cuánta ventaja tenía Max Verstappen en la clasificación del campeonato mundial. Porque iba a ser campeón de todos modos, sospechabas en secreto. Y así sucedió.
Pero los tiempos cambian.
Porque ahora hay un tiempo en el que una carrera de recuperación ya se vislumbra sin penalización en la parrilla de salida.
Donde el razonamiento ya es que Verstappen en lugar de ‘seguro ganará’ es ‘probablemente no ganará’.
Donde la ventaja en la clasificación del campeonato mundial se ha convertido en un déficit.
Y donde ‘ser campeón de todos modos’ se ha convertido en ‘no ser campeón’.
Los tiempos cambian, Spa ya no es el lugar donde Verstappen es el rey de Bélgica por un momento. ¿O será este fin de semana?
Porque una cosa nunca ha cambiado: nunca debes subestimarlo.
Y en este circuito ya han ocurrido cosas más extrañas.