Para superar el trágico accidente de su buen amigo y colega Elio de Angelis en 1986, el piloto de Fórmula 1 Stefan Johansson comienza a pintar de la nada. Con éxito, el sueco cambia la pista por el lienzo. «Encontrar el color correcto: eso es realmente lo más difícil», dice.
Muchos aficionados al automovilismo recuerdan con nostalgia los años 80. Los coches de carreras de esa época son súper rápidos y peligrosos. Piensa en los monstruos del Grupo B del rally, los rapidísimos coches del Grupo C y, por supuesto, los coches turbo en la F1. «Fue el mejor período en la historia de la Fórmula 1», recuerda Johansson con entusiasmo. «Había pocas regulaciones y desde el punto de vista de un piloto, nunca habrá algo así de nuevo. Los coches pesaban alrededor de 500 kilos y tenían 1500 caballos de fuerza! Era simplemente una locura. En Mónaco, tenías derrapes en casi todas las marchas y una vuelta de clasificación se vivía en un borrón».
Curiosamente, en comparación con las décadas anteriores en la Fórmula 1, hay pocos accidentes mortales. Hasta ese fatídico día de pruebas en Paul Ricard en 1986, cuando el talentoso Elio de Angelis muere trágicamente. «Estaba allí con Alain Prost y Jacques Lafitte. Nos detuvimos en el accidente y corrimos hacia su coche. Pero estaba en llamas, no podíamos hacer nada. Eso me afectó mucho y lo pasé muy mal. Extrañamente, eso me llevó a pintar. No me preguntes por qué, porque no tenía nada que ver con la pintura. Pero de repente decidí comprar un lienzo, pintura y pinceles. Quería hacer algo en memoria de Elio».
Proceso terapéutico
Johansson cuenta que fue como si le hubiera caído un rayo y se le abrió un nuevo mundo. Desde entonces, no ha dejado de pintar. El sueco se ha convertido en un artista de renombre y tiene estudios en California y Londres. «Casi puedo vivir de ello, pero ese no es el objetivo. Me importa más el placer que obtengo de esto. Te pones en un estado de ánimo increíble, es casi un proceso terapéutico. Y sobre todo, si puedes hacer lo que te gusta todos los días, no está mal vivir así, ¿verdad?»