Hasta hace poco, Robert Reid era el vicepresidente de la FIA, pero renunció a sus funciones en la previa del GP de Bahrein. En una breve declaración, habló de una «ruptura fundamental en las normas de gobierno» de la organización. Desde entonces, ha publicado una declaración más extensa en la que critica indirectamente el liderazgo del controvertido presidente de la FIA, Mohammed Ben Sulayem.
Reid enfatiza que su renuncia no fue motivada por razones personales o políticas, sino por principios. «Asumí este papel con un mandato claro: ayudar a liderar una organización transparente, responsable y dirigida por sus miembros», dijo. Precisamente ese mandato es lo que ha visto cada vez más amenazado en los últimos años. Habla repetidamente de una falta de comunicación y transparencia desde la cúpula de la FIA.
«Es interesante, pero no sorprendente, que muchas personas me expresaron su apoyo en privado, pero indicaron que no se atrevían a hacerlo públicamente por miedo a represalias», dijo Reid. «Eso lo dice todo. Desde otros ángulos, el silencio fue ensordecedor»
‘Pago el precio por mis principios’
Reid describe cómo fue cada vez más excluido después de expresar sus preocupaciones sobre la cultura de gobierno dentro de la FIA. Un ejemplo concreto es su negativa a firmar apresuradamente un acuerdo de confidencialidad antes de una reunión del Consejo Mundial del Deporte del Motor en marzo. Solicitó un aplazamiento para obtener asesoramiento jurídico, pero su solicitud fue rechazada. Como resultado, fue excluido de la reunión, su dirección de correo electrónico de la FIA fue bloqueada sin previo aviso, y solo después de una carta de su abogado hubo una respuesta. «Fue una decisión consciente, me dijeron entonces», reveló Reid. «No se apreciaba la expresión de preocupaciones legítimas. He pagado el precio por mis principios.»
‘Falta de transparencia’
Según Reid, el punto de ruptura fue la decisión de la FIA de asumir la promoción del Campeonato Mundial de Rallycross. Reid lo considera un claro ejemplo de conflicto de intereses, con la FIA actuando como administrador deportivo y entidad comercial al mismo tiempo. «Advertí repetidamente sobre los riesgos legales y la falta de diligencia», declaró el escocés. «Pero no me hicieron caso.»
«Al final, no tuve más opción que buscar asesoramiento y apoyo jurídico externo», continuó Reid. «Solo entonces obtuve una respuesta, pero lamentablemente faltaba la transparencia que esperaba. Se me aseguró brevemente que el proceso de gobierno era sólido y que no había riesgo legal. Hablé cuando sentí que se estaban ignorando principios fundamentales», resumió Reid. «Lo hice de manera respetuosa, constructiva y siempre con el objetivo de proteger la integridad del deporte. Pero claramente no se apreció. He experimentado en carne propia cómo esto puede llevar a la exclusión en lugar del diálogo. No me arrepiento, pero creo que fui tratado injustamente.»