Recordando a Ayrton Senna: Una Leyenda Inmortal en la Fórmula 1

1 de mayo 2024, 15:00
Formule1.nl

Creo que todos los fanáticos de la Fórmula 1 recuerdan exactamente dónde y cómo vivieron el fatal accidente de Ayrton Senna en Imola. El 1 de mayo de 1994, vi las trágicas imágenes por la tarde en el vestíbulo de un hotel en Lanzarote, esperando un traslado al aeropuerto.

El teléfono móvil era una novedad, las noticias aún llegaban a través de los canales clásicos. No fue hasta la tarde del 1 de mayo de 1994 en el aeropuerto cuando escuché que un segundo piloto había muerto en el Gran Premio de San Marino, un día después de Roland Ratzenberger. Uno que todos pensaban que era inmortal. Yo también, incluso cuando fue llevado al hospital en helicóptero. Pero Ayrton Senna da Silva nunca más conduciría una Vuelta de los Dioses, como en Donington Park 1993.

En los días posteriores a su muerte, el mundo entero descubrió la grandeza de la estrella brasileña que nunca se consideró ni se comportó como una estrella. ¿Quién no recuerda las desgarradoras y emotivas imágenes de la procesión en São Paulo? Más de tres millones de Paulistas se alinearon en la carretera para acompañar a su ídolo al Cemitério Parque Morumby, la última parada de Senna en la vida.

Ayrton Senna: La leyenda

Hace años, cuando estaba en São Paulo para el Gran Premio, visité la tumba de Senna con algunos colegas al amanecer. El lugar de peregrinación era tranquilo y pacífico. Una placa conmemorativa con solo su nombre, fecha de nacimiento y muerte y el texto nadie puede separarme del amor de Dios simbolizan la eterna humildad de Senna. Dejó una impresión indeleble: allí yace la leyenda que vi morir en Tamburello veinte años antes durante unas vacaciones en España.

En las últimas décadas, a través de mi trabajo en la Fórmula 1, he descubierto cuán grande era Senna, cuánto se preocupaba por sus semejantes, cuán colegiado y social era, pero también cuán directo e implacable podía ser, especialmente en la pista. A través de entrevistas con su hermana Viviane, directora del Instituto Ayrton Senna, su sobrino Bruno, su entrenador Josef Leberer y las conmovedoras historias del fotógrafo Peter van Egmond y colegas (brasileños) que formaban parte del entorno de Senna, comprendo mucho mejor por qué era tan querido.

Este año se cumplen treinta años de la muerte de Ayrton Senna da Silva. Sin embargo, todavía hace latir más rápido los corazones de los fanáticos de las carreras. Lo veo en todos los circuitos y en todo el mundo: su nombre o imagen aparece en gorras, camisetas y puestos de mercancía de él. Cada año, el 1 de mayo, Leberer rinde homenaje a su amigo brasileño: el mito, el maestro, el más grande. Y 30 años después de aquel fatídico día, sigue estando muy vivo.

Inconscientemente, en momentos como ese, me pregunto: ¿cómo estaría esa otra leyenda de las carreras alemana?

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