Es una colección que haría que un caballo encabritado se asustara: en el ático de Gerard van der Heijden hay más de 6300 modelos a escala de Ferrari. Y con un Ferrari como coche de bodas y un hijo nombrado en honor a Nigel Mansell, arrastra a su familia a toda velocidad en su obsesión por coleccionar todo lo rojo. «Cada loco con su tema».
El amor de Gerard van der Heijden (62) por Ferrari realmente se manifiesta en su hogar. En la sala de estar no se ve nada de esto. Pero dos pisos más arriba, en el ático que parece un museo, es otra historia. Allí están: Ferraris en abundancia. De todos los tipos y tamaños, excepto el tamaño real, cuidadosamente ordenados, libres de polvo y detrás de vidrio.
‘Cada coche tiene una historia detrás’
Van der Heijden señala un modelo tras otro y no se cansa de hablar. «Cada coche tiene una historia detrás», explica su entusiasmo. «Y ese color, lo dice todo. Es reconocible y emite algo».
Coge un pequeño coche rojo. Hecho de acero, envuelto en un paquete que no es mucho más grande que una caja de cerillas. Es importante conservarlo, preferiblemente en buen estado, ya que eso aumenta su valor, asegura Van der Heijden. Se trata del ‘Haaienbek’, o F1 Sharknose 156. Su primer modelo a escala, una compra de menos de un florín. «Siempre he sido muy cuidadoso con él. Cuando era un niño pequeño, ayudaba a mi abuela con las compras. Entonces me daba un florín, con el que compraba coches de juguete Matchbox por tres cuartos de florín. Poco a poco, tenía una gran colección y elegía los coches que más me gustaban. Así nació mi pasión por Ferrari.»
