Hace exactamente veinte años, el 19 de junio de 2005, se produjo una farsa sin precedentes en el sagrado templo de carreras de América en Indianápolis. De los veinte coches en la parrilla, catorce entran en el pit lane durante la vuelta de calentamiento. Sus neumáticos Michelin resultan no ser aptos para las condiciones en los Estados Unidos. La carrera entre los seis pilotos restantes se convierte en un desfile, que se lleva a cabo bajo un estruendoso abucheo. ¿Qué salió mal?
Todo comenzó durante la segunda sesión de entrenamientos libres. En una de las curvas peraltadas, Ralf Schumacher choca violentamente contra el muro. El alemán sale y le da una patada bien dirigida a su Toyota, pero el coche no tiene la culpa. Es el neumático Michelin el que falla bajo la intensa presión de la curva peraltada. Durante el fin de semana, queda claro que los neumáticos Michelin no son seguros para las características curvas peraltadas del circuito de Indianápolis. El fabricante francés de neumáticos tiene que admitir que ninguno de sus equipos puede correr de manera segura con los neumáticos disponibles.
Abucheos
No se encuentra una solución. Y así es como el domingo, puntualmente a las 13.00 horas locales, veinte coches salen para su vuelta de calentamiento, pero los catorce coches con neumáticos Michelin, comenzando con el polesitter Jarno Trulli, entran uno por uno en el pit lane. Solo los seis coches con neumáticos Bridgestone aparecen en la salida.
Los miles de estadounidenses en las gradas, lógicamente, no están divertidos. Los abucheos son ensordecedores cuando Michael Schumacher cruza la línea de meta en primer lugar. El holandés Christijan Albers, en su temporada de debut con Minardi, se beneficia del caos. Termina quinto en Indianápolis y anota sus únicos puntos de la temporada.
