Max Verstappen concluyó su bautismo de fuego en la famosa Nordschleife con una victoria, junto a su compañero de equipo Chris Lulham. El cuatro veces campeón del mundo de Fórmula 1, que atrajo a una gran cantidad de aficionados, sentó las bases para el premio del día durante las primeras dos de las cuatro horas al volante.
Dos semanas después de obtener su licencia, Verstappen regresó a la famosa ‘Infierno Verde’, como se conoce a la Nordschleife. Esta vez en un Ferrari 296 GT3 del equipo Frey, donde compartió el coche con Chris Lulham. El holandés decidió la carrera ya en la salida, donde superó al noruego Christian Krognes (Aston Martin) y fue aumentando vuelta a vuelta la ventaja con él y el veterano alemán Frank Stippler (Ford Mustang). Verstappen construyó una ventaja de un minuto, que con su colega británico al volante no se vio amenazada. En la línea de meta, el dúo tenía una ventaja de casi medio minuto.
Para Verstappen, un gran aficionado a los coches GT, la carrera de 4 horas de este fin de semana es un trampolín hacia más. El próximo año planea participar en la carrera de 24 horas en Nürburgring.