Son las silenciosas fuerzas en monos naranjas que garantizan la seguridad y el orden a lo largo del circuito. Pasé un día en el programa de formación para marshals en Zandvoort y descubrí lo serio, peligroso y adictivo que es este trabajo.
El día comienza con lecciones teóricas, donde la seguridad es el hilo conductor. Se discuten los mayores peligros en y alrededor de la pista, cómo se lleva a cabo la colaboración con el personal médico y cómo, por ejemplo, se apaga un coche en llamas. A continuación, se lleva a cabo la muy emocionante parte práctica en el circuito de Zandvoort. Desde agitar banderas hasta empujar coches fuera de la trampa de grava, desde eliminar rastros de aceite de la pista hasta calmar a los pilotos acalorados. Sobre todo, aprendes cómo hacer todo esto de manera segura y responsable.
Lo que hace que este día sea especialmente notable es el ambiente. Se puede sentir que este es un grupo unido, la mayoría ha estado activo durante años. Hablan con orgullo de su trabajo en el Dutch GP, pero también disfrutan igualmente ondeando banderas en una carrera aparentemente insignificante bajo la lluvia. Sin embargo, sigue siendo sorprendente que incluso en la Fórmula 1, donde el dinero fluye abundantemente, los marshals no reciban pago. A cambio de un paquete de almuerzo, están allí en cualquier clima a lo largo de la pista. «Pero, ¿qué importa eso?», dice un marshal que me ofrece una cerveza en el acogedor club después del evento. «No puedes estar más cerca de la F1 que esto».