El jueves por la tarde, entre todos los camiones en el paddock, casualmente presencié la grabación de una sesión de fotos y filmación con Franco Colapinto, quien reemplazó a Jack Doohan en Alpine desde Imola. El australiano fue relegado a un segundo plano por Flavio Briatore, un italiano para quien el juego sucio era la norma y que inicialmente recibió una prohibición de por vida en la Fórmula 1.
Liam Lawson sin duda habrá tenido sus propios pensamientos al respecto, pero se mantuvo al margen. El neozelandés que fue relegado al equipo de formación por Red Bull después de dos carreras podría haberle dado la mano a Doohan: ambos evaluados, (temporalmente) considerados insuficientes y dañados. Porque lo que les ha sucedido a ambos, obviamente, no se ve muy bien en sus currículums.
Casi no hay deporte más despiadado que el automovilismo. En todas partes se ve, se oye y se huele la presencia de grandes sumas de dinero: el popular aglutinante en el que se basa la Fórmula 1 moderna. Aunque los diez equipos de carreras valen una fortuna debido al éxito mundial del deporte, como es habitual en el mundo de los ricos, nunca es suficiente. El materialismo en la Fórmula 1 supera a la humanidad, casi nadie muestra misericordia. Mira a Lawson y Doohan, todavía en sus veintes.
‘El dinero siempre entra en juego’
Ahora bien, hay personas, tuve una breve discusión sobre esto la semana pasada en la oficina con nuestro apreciado columnista y habitual invitado al podcast, Jeroen Bleekemolen, que dicen: cada piloto sabe desde joven en qué nido de víboras se mete, cuán despiadado es el camino hacia la cima y cuáles son las leyes no escritas del automovilismo. Una de ellas es que el cronómetro nunca miente, otra es que nada es lo que parece.
Todo es cierto. Pero, ¿es Lawson realmente mentalmente inadecuado, como juzgó Red Bull? ¿Es Doohan un incompetente que no puede manejar un coche mediocre? Estos chicos estuvieron en el programa de formación de ambos equipos de F1 durante años. Entonces, uno esperaría que se hubiera hecho el análisis correcto antes de que fueran lanzados a los leones. Pero sí, entonces siempre entra en juego el factor dinero. Yuki Tsunoda paga unos millones extra para conseguir que su protegido entre en Red Bull y Alpine no puede resistir la tentación de los millones en patrocinio argentino de Colapinto en Imola.
‘Un tramposo de antaño’
La anunciada salida de Doohan (ya se cernía sobre él un cambio antes de la temporada) es emblemática de la total falta de ética y empatía en la Fórmula 1. Un asesor determinante que fue suspendido de por vida tras uno de los mayores escándalos de la Fórmula 1 (busca: Crashgate & Flavio Briatore, Singapur 2008), desecha sin más a un piloto que había elogiado ostentosamente en la serie de Netflix Drive to Survive, en Imola. No porque el sucesor sea mucho mejor, sino por intereses comerciales. Es necesario explorar y atender más el interesante mercado argentino. Por cierto, tampoco me sorprendería si Briatore está preparando Alpine para su venta.
Franco Colapinto, que regresa a la parrilla en Imola, tiene cinco carreras para demostrar su valía, mientras que el papel de Doohan en Alpine, según ellos, aún no ha terminado. Pero creo que nunca volveremos a ver a Doohan en la parrilla de la F1. Porque el dinero es el rey, incluso si los dólares están rebosando. Nunca es suficiente.